Nos despertamos en el pueblo fantasma más o menos como zombies; fiebre alta que desaparecía después de drogarte con
una pastillita local contra el mal de altura u optando por un
desayuno a base de hojas de coca.
Una vez drogados, el día lucía mucho
mejor, hasta ni guerreamos para decidir quien se sentara en los
asientos de atrás del coche, donde las rodillas te tocaban el mentón.
Mientras tanto los paisajes habían cambiado completamente desde el blanco del salar, hasta el rojo del desierto blanqueado por la nieve. Pasamos por lagunas pobladas de
flamencos y fue en una de esa que, mientras me tocaba la barriga, me enteré que el día antes me habían tomado el pelo y lo que comimos había sido realmente pollo, menos mal.
Hay que decir que aunque en las fotos estemos todos sonrientes, eso era total mentira y la realidad era que ya no podíamos más con nuestra cabeza y nuestro cuerpo. Era tomar unas fotos y hundirse nuevamente en los sillones del coche como moribundos, hasta ni hacíamos caso a que nevara en temporada de verano...
Mientras tanto nuestra pandilla había
crecido; como todo el mundo en visita, vamos a ver los mismos sitios... al final
nos hicimos amigos de otro todoterreno, o mejor dicho de sus pasajeros: dos porteñas, dos cordobeses y dos noruegas. Conociendo gente siempre aprendes algo, por ejemplo lo que le
gusta un brindisi a un noruego,,
Cerca de la laguna colorada íbamos a pasar la ultima noche mientras fuera se alternaban lluvia y nieve.
Por segunda vez hubo carrera para llegar a
pillar las mejores camas...y está vez no tuvimos mucha
suerte, no solo el frío sino tambien la gotera, directamente encima
de la cama..
Con el frio que hacía nadie quería
acostarse, así que empezamos a entonar imnos Noruegos
a Baco, con Marte & Marte que
nos desvelaron una gracia nordica especial potenziada por el vinito
ofrecido por los de la casa.
Esa noche fue tambien la ultima noche
de la compota de quinoto...Que descanse.
Acabó siendo la penitencia de un juego
propuesto por Florencia y Barbara. Si perdías, te tocaba tragarte un
quinoto. Turno detrás de turno, en ese tarro de compota habían
metido las manos todo el mundo.
NOTA: A destacar lo tramposo que pueden
volverse las porteñas con tal de no comerse un
quinoto.
Lo que quedó del tarro lo abandonamos
encima de la mesa..nadie volvió a saber nada de el...
La noche pasó rapida, entre la gana de
escaparse de la gotera y porque nos tocaba levantarnos a las 4 de la
mañana para ir a ver unos geyser a 4.800 metros. Todo estaba blanco, incluida nuestra miente. ya estábamos una miguita hartos del dolor de cabeza..
Finalmente en la laguna verde; desde aca
ibamos a empezar a bajar de altitud, pero tambien ibamos a tener que separnos del
grupo. Mientras todos volvian a Uyuni, Flo, Barbara y Nos seguíamos hacia el sur, hacia la frontera con el Chile, etapa final:
San Pedro de Atacama, tambien el final del dolor de cabeza.
Lo de la gotera encima de la cama es una verdadera putada. Pero si estuvierais en vuestra casa no os habría pasado, así que os aguantáis. Ja Ja Ja
ResponderEliminarYo como no me muevo de mi casa de momento no me encuentro con esos problemas. Ja Ja Ja
De todas formas aunque os tengo mucha envidia ¿Sabéis que o quiero? Os quierooooooooo.
LULU