ABEL TASMAN, NUEVA ZELANDA

3 Diciembre 2011
Hemos llegado al parque de Abel Tasman para irnos un par de días a caminar entre bosques, bahías y playas doradas. Tapa obligatoria: un punto información.... pero de los no oficiales.
Allí estaba una señorita, mas interesada en vendernos el billete del barco-taxi de vuelta que en explicarnos las únicas dos cosas que teníamos que saber...

La primera cosa era el tener que cruzar una bahía para acortar el camino.

A la hora que nos dijo la señorita, llegamos en el dicho lugar. Se suponía que la marea iba a estar al nivel justo para que pudiéramos meternos en el agua, para cruzar y ahorrarnos como 3 km pasando dentro del mar. El agua helada. Nikhil y yo en calzoncillos, con los zapatos alrededor del cuello y la mochila en la espalda.

En breve la mochila pasó desde la espalda a encima de la cabeza.
Cuando empezamos, no podiamos saber como estaba la marea y confiamos en la cada vez más famosa señorita...Cuando el agua estaba ya al cuello de Nikhil, que tanpoco es un jugador de baloncesto, nos empezó a entrar la preocupación. Estábamos a mitad de un camino de  un km y medio en el agua, los brazos doliéndonos por sostener la mochila llena.
Pues nada volvimos para atrás, congelados.
Seguro que le silvo el oido más de una vez a la señorita.

Ese día fue muy largo, como 23 km andando, teniendo visiones de la barbacoa que se iba a organizar a la noche en el refugio donde ibamos a dormir...
pues eso de la barbacoa fue la segunda cosa que nos había comentado la señorita...

Cuando pregunte al ranger del refugio por la barbacoa, me miro con cara de "¿¿tu ere gilipollas??", Pues ni barbacoa ni na. Los bocadillos acabados y nosotros con ambre.

por suerte allí apareció Joao, portugués trabajando en Timor Este y de vacaciones por allí, que nos ofrecio bocadillos de repuestos al vernos con cara de necesitados. No me extraña que trabaje para la ONU, lo tiene en la sangre.

Finalmente llegamos al final del recorrido después de dos días y unos 45km. Una cerveza maravillosa, una ducha aún mejor y el coche que había dejado abierto...aún allí esperándonos. Que se puede querer más.